Mi nombre de pila es… bueno, yo nunca tuve nombre de pila, ya que en nuestra era nuestros padres consideran absurdo el acto del bautismo. Yo tengo nombre propio. Mi nombre propio solamente fue pronunciado una vez… el día en que me lo pusieron, pero no recuerdo cuál es.
Como siempre fui una niña bastante tímida, y aprendí a hablar filipino antes que mi propia lengua (pasaba más tiempo con mi niñera filipina que con los míos), mi familia pensó que era muda. Desde que tengo uso de razón, todo aquél que me conoce me llama Hache… ese es el motivo.
Con los años la cosa se fue normalizando y empecé a hablar por los codos. Aprendí seis lenguas a la perfección: mi propia lengua, el filipino, el omótico, el braile, el miao-tzu y el persa. Ningún mérito, si se tiene en cuenta que hoy en día es lo básico que se enseña en las escuelas.
Entré en la carrera de aeronáutica con una buena nota. Era lo que siempre había querido hacer, ya que se trataba de algo así como una tradición familiar. Cinco generaciones de mi familia dedicadas a lo mismo. Aeronáutica…algo muy común hoy por hoy.
Finalicé mis estudios y no tardé en ponerme a trabajar en la estación espacial que fundó mi abuela cincuenta años antes.
Llevo ya doce años trabajando como capitana de esta nave, la Zerbrechlich. Y hace seis meses que llevo preparando junto a Verführer, mi compañero de trabajo, este viaje. Siempre acostumbro a escribir algo antes de viajar interestelarmente.
Despegamos.
Tenemos tiempo para hablar. Segundos. Minutos. Días. Semanas. Puede que algunos meses.
- Hache, sé que llevamos tiempo trabajando en esto pero… ¿qué andamos buscando?
- Buscamos en el Universo, Verführer.
- Es lo que hacemos siempre, pero me dijiste que esta vez era diferente.
- Vigila el controlador de presión.
- Sí. Dos punto seis.
- Buscamos algo que puede marcar historia en nuestra era.
- ¿Algo que superará a los hechos de 2701?
- Sí… creo que la gente recordará el 2812 como algo inmemorable.
En 2701 el hombre consiguió llegar por primera vez a la Luna. Allí se encontraron los restos de una estrafalaria nave de hace muchos años, y los restos de una pequeña perra de origen ruso. Las bases de datos de historia aeronáutica, confirmaron el nombre del animal: Laika.
Por supuesto, no se encontró nada en territorio lunar de la simulada visita en 1969 de Amstrong y compañía. El Apolo 11 nunca estuvo allí.
Quién le habría dicho a aquella gente que los primeros habitantes del planeta Tierra en llegar a la Luna serían tres tripulantes de Zentrum der Erde, lo que anteriormente se conocía como Camerún. Es allí, en Zentrum der Erde, donde se encuentra la principal central de la actual NASA.
Tras minutos de silencio y de inmersión en el trabajo… retomé la conversación con Verführer.
- ¿No tienes a veces la sensación de echar de menos algo que aún no ha ocurrido? Y lo que es peor; nunca sabremos si sucederá.
- Sí. Pero es una sensación muy extraña.
- A mí me pasa muy a menudo. Pero quizá tenga una explicación lógica.
- ¿Igual que con un déjà vu?
- Exacto. Antes, allá por el siglo XX, se creía que un déjà vu era una señal de algo paranormal, algo que habían soñado con anterioridad. Un hecho que quizá ya habían vivido. Pero la ciencia consiguió darle una explicación.
- ¿Tan raro les resultaba entonces a los de antaño reconocer que un déjà vu no era más que algo tan parecido a cuando tosemos?
- ¿Cuándo tosemos?
- Sí… algo que produce una alteración por irse por el conducto inapropiado.
- Sí, supongo que, por el contexto del momento, era difícil entender que lo que nuestras retinas oculares captan en un momento, en lugar de viajar por el cerebro hacia los transmisores que descodifican la información de aquello que vemos… viajan hacia el rincón de la memoria. Entonces tenemos la sensación de que aquello que estamos viendo es un recuerdo que ya era nuestro. El cerebro no tarda en actuar y pone las cosas en su correcto orden y… finaliza el déjà vu.
Verführer me miró con cara de circunstancia sentado en su butaca. Sus penetrantes ojos negros me hicieron pensar que quizá hay otros universos, no necesariamente físicos.
- Pero esa nostalgia de la que te hablaba antes… no sé como se puede analizar si ni siquiera ha ocurrido la acción.
- Bueno, supongo que lo primero que debes analizar es qué es lo que añoras. Yo no puedo echar de menos eso que andamos buscando en esta investigación, porque no sé de qué se trata.
- Y una vez que sepa qué es lo que echo en falta… ¿qué?
- Pues tendrás un campo más limitado en el que buscar.
- ¿Aquello a diez millas es otra nave?
- No lo creo… es parte de los restos de algún meteorito. Si fuera una nave habríamos recibido aviso desde Zentrum der Erde.
Miré entonces hacia la gran esfera azul; cada vez más lejana de nosotros.
- ¿No resulta un poco chocante?
- ¿El qué?
- Poder ver desde la distancia cómo es el mundo sin ti. Es como si yo, en este momento, no formara parte de ese todo.
- Tienen conexión con nosotros y con otros cientos de naves.
- Pero no es lo mismo, Verführer… ahora no formamos parte de…
- Formamos parte del Universo. Como siempre.
- Resulta curioso cuando estamos en la Tierra, miramos hacia arriba y lo llamamos cielo. Desde allí, las estrellas son diferentes. Parecen millones de bombillas encendidas.
- Siempre me ha gustado mirar el cielo desde ahí a bajo.
- A mí también, Verführer, a mí también.
- De pequeño, cada noche me sentaba a contemplar la inmensidad del cielo. Supongo que de ahí mi vocación.
Noté algo raro… una cierta tensión agradable. Era como si Verführer quisiera decirme algo; algo que finalmente dijo.
- ¿Sabes, Hache? Antes de conocerte creí haberte visto en algún lugar. Cuando te vi por primera vez, por más que intentaba recordar el lugar en el que habíamos coincidido y cruzado nuestras miradas no se me ocurría nada.
- ¿Conseguiste finalmente saber dónde me habías visto?
- Gracias a esta conversación, acabo de recordarlo.
- Y bien…
- Te veía todas las noches cuando tan sólo era un niño, cuando cada noche me sentaba a contemplar la inmensidad del cielo. Eres como una de aquellas estrellas.
Sonreí. Sonreí de una manera diferente. Creo que ni a mí misma, ni a ninguna otra persona, había visto sonreír de ese modo antes. ¿Había creado una nueva sonrisa? No. Era algo que estaba olvidado.
Era la metáfora más bonita que había escuchado nunca. Era una metáfora con un significado interno.
Decidí responder a Verführer.
- Verführer, creo que podemos regresar a Tierra. Doy por finalizada nuestra misión; la investigación concluye aquí.
- Pero… Hache, ¿a caso hemos encontrado lo que andamos buscando en el Universo?
- Sí.
- ¿Sí? ¿Y dónde se encuentra?
- En esta misma nave. Buscábamos algo que se había perdido hace tiempo en la Tierra y que debíamos recuperar sin falta: los sentimientos. Sabía que viajando a través del Universo podríamos encontrarlos, porque éste es infinito.
Tu interior también lo es… es infinito… es un Universo… ahí estaba lo que anhelábamos hallar; ahí se encuentran los sentimientos.
Ahora debemos lograr un cometido mucho más importante nada más llegar a nuestro planeta. Me gustaría que también participases en este proyecto… ¿Qué me dices?
- ¿De qué se trata?
- Es algo muy simple… ya tenemos los sentimientos… ahora sólo debemos conservarlos.
- ¿Pero cómo se debe hacer?
- Con constancia, con cariño, con cuidado… pues tenemos en nuestras manos lo más fuerte y más frágil del mundo.
* Hache y Verführer murieron cien y ciento dos años más tarde mientras continuaban trabajando en su última misión. El hallazgo de Hache en la Zerbrechlich, fue un momento histórico.
A partir de 2812 se le conoce como la nueva era de los sentimientos.