jueves, 5 de julio de 2012

Le change est toujours organge

Nostalgia de antaño que queda sumida a cenizas. Ansiedad añeja reducida a papel deshecho. Opresión en el diafragma transformada en hálito placentero. Transformaciones en la psique que se producen como consecuencia de un baño en el ámbar.
Un naranja que era necesario y esperado; el color del cambio, pues todo aquello susceptible de permuta transita dicha tonalidad.


La noche da paso al día recibiendo el alba, siendo conocedor el atardecer que debe devolverle la jugada con el paso de las horas. Color naranja.
El hierro se funde adoptando nuevas formas mediante la encumbrada temperatura del fuego; también se oxida con el tiempo. Color naranja.
Los vehículos alteran su ritmo y velocidad sobre el asfalto cuando el semáforo se posiciona en el círculo central entre la libertad esperanzadora del verde y la prohibición y peligrosidad del rojo. Color naranja.
El otoño expulsa la clorofila de las hojas para que transiten de un estado maleable por la savia a una sequedad crujiente que las hace caducas. Color naranja.
Quienes buscan su media naranja, buscan cambiar la mitad de las cosas ya vividas.

Sin nada que buscar y todo por encontrar, me hallo frente a una exposición de rayos ultranaranjas que calarán mi piel provocando giros que podrían calcularse con un medidor de ángulos. Con la intención de continuar así, excepto cuando la luna llena me descubra y me produzca un cortocircuito mental que me nuble y me cruce durante veinticuatro horas.