sábado, 25 de abril de 2009

LuZ


Se llamaba Luz y estaba hecha de madera. Sus padres pensaron que si la hacían de dicho material, podría ser fuerte pudiendo resistir daños y perjuicios. Era obvio que no pensaron en la existencia de las termitas.

Era paradójico que se llamara Luz y que la mayor parte del día anduviera apagada. Cuando no se maquillaba, dejaba a relucir el tono gris de su fisonomía.
Pero las cosas tenían una explicación... estaba apagada porque por dentro había cosas que la encendían.

Hubo un día en que Luz subió la gran cuesta que la llevaba al monte, y, cansada, se detuvo en la plaza para tomar aire. Respiró enérgicamente... y no cayó en la cuenta de que el oxígeno alimenta al fuego. Empezaron a producirse pequeños incendios interiores en pulmones, intestinos, riñones, hígado, bazo y corazón. Hasta que, a causa del dolor corporal, rompió a llorar y sus ojos empezaron a salpicar chispas.

Justo cuando el sol desaparecía, para no ver lo que estaba sucediendo, Luz ardió en llamas. Se formó una gran hoguera en mitad de la plaza.
Los niños calés, que vivían en el barrio, vislumbraron algo y salieron corriendo a bailar alrededor. Aquella fogata era lo más divertido que jamás habían visto. Los vecinos salieron para acompañar aquellas danzas con cánticos, compases y ritmos.
Fue la primera vez que Luz desprendió luz propia, fue la primera vez que la vieron iluminada. Todo el mundo lo celebró jubiloso, aunque al día siguiente sólo quedaran las cenizas, como recuerdo del gran festejo...

miércoles, 1 de abril de 2009

¡Oh! ¡Nunca Vaso!

Me defino como una persona agnóstica (Que profesa una actitud filosófica que declara inaccesible al entendimiento humano todo conocimiento de lo divino y de lo que trasciende la experiencia...) .
Pero he de confesar que ante situaciones en las que los gráficos que miden mis deseos, esperanzas, ilusiones y anhelos de que todo salga bien alcanzan valores máximos... me he encontrado a mí misma haciendo algo que me ha asombrado.
Me he autosorprendido rezando un padre nuestro interiormente.

¿Qué pretendo? No lo sé.
¿Funciona? Probablemente no. Puede que sea más cuestión de suerte o de lo que la naturaleza de un día a día nos planta en los morros.
¿Desde cuándo llevo haciendo esto? Tampoco tengo respuesta... quizá desde que me lo aprendí, a una edad ya tardía, cuando estuve a punto de ser expulsada de una iglesia. Por mi buena educación recibida, no creí que jamás nadie estuviera al borde de echarme de su casa.
Luego pensé que si aquella era la casa de Dios, por qué me iba a invitar salir de allí alguien que no fuera él mismo. No tenía mucho sentido.

Esa reflexión, me llevó a otras cosas que carecían de raciocinio.
Me pregunté a mi misma que por qué le llaman la casa de Dios a un lugar que él no fundó... ¿No sería más lógico llamarlo la casa de San Pedro?

Y si los oratorios son la casa de Dios, a mi parecer, tiene una gran cantidad de bienes repartidos en todo el mundo. Me gustaría saber qué brutalidad numérica le debe exigir hacienda por esta gran cantidad de propiedades a su nombre. Creo que se debería abrir una seria investigación sobre la clase de especulación de terrenos que está ejecutando.

No concibo el sentido que tiene que una catedral como la de mi ciudad, repleta de oro y ornamentos de gran valor, demande a los ciudadanos que apadrinen una piedra para su rehabilitación. Me plantaría ante los andamios que rodean la fachada con una moneda y me dirigiría a entregarla, sí. Se la entregaría a la mujer y al niño (a quien apadrinaría antes que a una piedra) que están pidiendo limosna, recostados al final de la pared de este templo.

Me acordé también de cuando mi prima tuvo que asistir, meses antes de su enlace, a un curso prematrimonial en la sacristía del pueblo. ¡Qué locura! Alguien que no está casado, ni lo estará (según su voto), forma a parejas sobre la vida en matrimonio. Espero que los monitores de natación que enseñan a nadar los miércoles a los niños no sean alérgicos al agua.


También hubo quien se escandalizó cuando dijimos que pensábamos que Jesucristo había sido el primer comunista de la historia, que las teorías apuntaban a que se casó con una mujer que había sido ramera... y que si volviera a vivir lo volverían a crucificar. Tal vez sean sólo ideas propias. En ese momento deseé con fuerzas que nadie me llamara, pues sonaría un himno que anima a acudir a las barricadas.

Creo que tras cavilar sobre esta cuestión he concluido algo. Y es que cada vez que desee algo con fuerzas por dentro puedo cantar interiormente una muñeira; quién sabe si tendría más efecto que un padre nuestro.
Si lo vuelvo hacer inconscientemente, me preguntaré a mí misma “¿Qué diablos estás haciendo?”... y será la manera de contrarrestar el efecto. Y luego llamaré al 646 para pedir al padre nuestro (mío y de mi hermana) algún favor, en caso de ser necesario.


Pero tener esperanzas, desear que las cosas salgan bien, anhelar que una constancia tenga su fruto... es algo que no debo perder. Y si tengo la necesidad de pedírselo a alguien, se lo pediré a las estrellas, pues si son capaces de custodiar una hermosa luz, no creo que les importe cederme un poco de esta cada vez que yo la necesite.