lunes, 30 de junio de 2008

Tiro con arco ) --->

Déjame que apunte con los dos ojos abiertos... por si acaso me pierdo algo. Déjame que apunte y luego acierte.


Quiero sentir la descarga de adrenalina que recibe la flecha cuando toma velocidad para poder llegar al centro. Enfocando al círculo amarillo con la incertidumbre de dónde se clavará la sagita... pese a que caiga sin más, no me apetece apartar la visión de mi objetivo: el círculo amarillo.


Me gusta y me aflige... me entretiene y me deprime. Es algo divertido que me va desalentando por no marcar en color áureo... y mis intentos van perforando el exterior.
Puede que poco a poco me de cuenta de que es difícil... de que no acierto nunca del todo... de que cuesta pillarle el truco... de que las ballestas caen... de que se trata de algo divertido que al poco después produce cardenales.


Y así, con la vista al frente... hasta que decida cambiar el juego.
. . . . . . .

martes, 10 de junio de 2008

* AL estilo TARANTINO *

Llegado a este punto puedo presentar formalmente dos conclusiones.

Primera, queda totalmente confirmado que tomar dos cafés seguidos me pone muy nerviosa... me crea histerismo interno, pese a tener una tensión cadavérica. La próxima vez probaré tomar tres... o lo dejo definitivamente.



Segunda, cuando aparece un momento de esos con un cartel luminoso parpadeante que dice: ¡Sorpresa!; luego transcurren una serie de situaciones fragmentadas en escenas. Cada una de ellas es una fábula independiente que puede interrelacionarse fácilmente con las otras. Pero lo extraño de esto es que todo conduce hacia un final conocido... todo acaba del mismo modo en el que empieza... con un cartel luminoso parpadeante que dice: ¡Sorpresa!. Al más puro estilo dejà-vu... al más puro estilo Tarantino.

Porque muchas veces aparecen incongruencias y contradicciones que sólo se entienden explicando el inicio y el final (ambos son lo mismo). Porque nadie entendería que la respuesta de alguien a quien le dices “¡Me niego!”, sea “¡Tortilla!”. Porque tras plantear esto se entiende lo que significa “Polvo eres y en polvo te convertirás” (existen demasiadas obras, demasiadas calles levantadas).

Siguen en marcha las anotaciones y los post-it mentales hasta que alguien me diga: “Bueno, Marie, me voy a dormir”.

lunes, 2 de junio de 2008

Como un cielo abierto

Siempre pensé que, de aquí a unos años, me vería reflejada en esa canción “Marta, Sebas, Guille y los demás”. Temiendo que el presente quedase sumergido en recuerdos; guardado, de manera ordenadita, en cajas viejas de zapatos.

Ahora me doy cuenta de que los nombres son otros, las historias son disímiles.
Me percato de que se prolongaría con una duración infinita, pues siempre van apareciendo nuevas personas que conjuntan perfectamente en esa lista de “copains”. Surgen y aparecen de un modo súbito... en el tiempo en que te tomas una copa o mientras te subes los pantalones.

Coincides con alguien por la calle que siempre te pregunta lo mismo: Oye, ¿Y qué sabes de...?
Es en ese momento cuando mis neuronas empiezan a jugar al pinball y se interconectan enviándose descargas las unas a las otras. Consigo llegar a una reflexión que es bonificada con trescientos cincuenta puntos. La reflexión me dice que si tengo respuesta para esa pregunta, es que no me ha sucedido igual que en la canción. Sigo manteniendo un contacto... por minúsculo que sea.
Flashes en mi cabeza me informan de que la locutora menuda crece estudiando periodismo... la risueña vendedora de chorizos se ha emancipado con el hombre de su vida como todos esperábamos... el estudiante de derecho sigue bailando al ritmo de Muchachito... mi yo del 82 sigue enganchada a Sexo en Nueva York y planta cara al mobbing... los dos cabezotas por fin se han mirado al espejo y se han dado cuenta de que algo extraño pasaba: son almas gemelas y no pueden vivir el uno sin el otro... mi pequeña Heidi sigue igual de morena y saltarina con ganas de ser apta para conducir y poder marcharse a Londres... mi ser pensante por excelencia cuenta atrás los días que le restan para obtener la categoría de psicóloga....
1000 puntos con la bonificación de estadillo.
Respondo y pregunto: Oye ¿Y... qué es de ti?

Nadie me dijo entonces que, al llegar a casa aquella noche, la borrachera me haría vomitar mariposas.