viernes, 19 de diciembre de 2008

ALUcineANDO

Se me quitaron las ganas de palomitas saladas en cartucho mediano en la sala tres del cine Pisa. La película se deformó en realidad. Siempre suele ser al contrario, pero, en fin, son este tipo de cosas las que me pasan a mí.

Le pedí al acomodador los cinco euros que le di de propina, cuando caí en la cuenta de que era demasiado. Cuando comprobé que el trailer contaba una película diferente. Cuando vi que estaba sentada en una posición incómoda porque mi butaca se había ido resquebrajando.
Se negó a retornarlos argumentando que soy un tanto indiscreta, quejica e impaciente.
Pese a no estar de acuerdo con el último de los calificativos con los que me describió, pensé que el pobre no tenía la culpa. Él estaba allí de paso... pagando el pato de las pifias de guionistas, directores, actores y demás.

La verdad sea dicha, no era la primera vez que me sentía rara al salir del cine. Siempre he salido frustrada con esos films que se acumulan en bloques de tres, haciéndose llamar “trilogías”.
Todo el mundo las recomienda, aunque tengan un final anodino e incongruente... todo se queda en el aire, y aún así hay quien tiene el valor de decirte “Claro, es que no has visto la primera parte, por eso no entiendes el argumento. Tranquila, verás como cuando salga la siguiente, comprenderás todo lo ocurrido en esta”. Pues vaya.
Quizá no percibiré por qué la película de hoy se deformó en realidad hasta la siguiente entrega.

Y sé que me encuentro con todo esto, reflexiono sobre los hechos, lo anoto para que quede patente y, aún así, sé que mañana volveré de nuevo al cine. Aunque vuelva con el ceño fruncido, sé que volveré. Aunque un día de sol me cargue la batería que conecta mi sonrisa y me diga que debería hacer otras cosas, sé que voy a volver. Lo sé. Entre otras cosas, porque me encanta ir.

Los que saben de mí, saben que adoro ese tipo de películas con un final inesperado. Películas que sólo pueden ser vistas una vez. También saben que detesto que me expliquen los finales. Trato de hacer oídos sordos a quienes me dan propaganda de nominaciones al Oscar, X Globos de Oro, o presupuestos infinitos en efectos especiales.

Había pensado acabar con un colorín colorado o un vivieron felices y comieron perdices... pero no tendría gracia. Además, para percibir el sentido de todo hay que esperar a la siguiente entrega. Tardará en llegar a la gran pantalla, pero será todo un éxito. Mientras tanto, para disimular la espera, seguiré con mi otro hobbie... el atletismo (hoy por hoy practicando carreras de relevos y cien mil metros de valla) .