miércoles, 29 de agosto de 2012

_La conjetura de una alforza_


Las casualidades no existen. Existen los pensamientos fuertes, los guiones en las mentes que se idean sin quererlo y, con el tiempo, aparecen. Pensé hace mucho en que ahí había un qué. Un qué, que no sé yo que va a ser de él.


Borré de mi mente el momento para vivir el presente que ya es pasado, para soñar quimeras de las que he despertado, para ser discente de un libro cerrado.

Ahora ese instante resucita, aparece ante mí y luego levita. Y lo busco, lo moldeo, me ofusco… lo planteo. Y me planto sin ser firme, me trastorno sin hundirme. 


Sería capaz de muchas cosas: rezar fervientemente sin creer en dios, saltar cogiendo impulso llegando al sol, mover las constelaciones y poner los astros a mi favor.


No queda más que ser paciente. Esperando que surja el fruto de una semilla sembrada en un semáforo en estado intermitente. Quien bien tiene y mal escoge, si sale mal que no se enoje. Y a buen entendedor, ofreciéndole premisas, puede que entienda mejor.