Nunca le había confesado mi mayor secreto a nadie. Ni siquiera a Blesiviin, mi amiga íntima, mi amiga del alma desde que llegué a este mundo. Tampoco sabía nada aquella mujer con la que hablaba en sueños todas las noches... y eso que últimamente habíamos tenido alguna que otra charla íntima, mientras tomábamos café.
Decidí venir y revelarte eso que siempre he callado.
Te conocí gracias a la mujer de mis sueños. Hablaba y hablaba de ti. Cuanto más me explicaba, más necesitaba saber. Creo que llegué a obsesionarme contigo. Creo que incluso toqué el hilo que marca la frontera hacia el delirio.
Comprendí que se debe mantener la calma.
Analicé la situación. Simplemente, consideré que necesitabas el aliciente que yo ya recibí.
Ahora mismo te veo aquí. Eres sublime. Perfecto. Tu nombre es dulce. Sin embargo... se empeñan en denominarte “llorón”. ¿Por qué? ¿Quién dice que siempre estés triste? ¿Quién hizo que te llamaran así? ¿Quién dice que un sauce no pueda guardar un secreto?
Espero que no te importe que me siente encima de ti, con mis botas rojas y mi falda de paño verde. Me colocaré aquí, sobre esta raíz que te sobresale. Aquí estoy bien. Las raíces son lo más profundo de las cosas... pero como puedes ver, de vez en cuando, se asoman y resurgen. Salen a la superficie para mostrar que el inicio de cualquier hecho no es algo ni tan lejano ni tan profundo.
Nací así. Uno púrpura; el otro lívido. Un pie de cada color. Al principio anduve asustada... muy asustada. Tenía miedo a andar. Tardé cuatro años y tres meses en aprender a hacerlo.
Una vez tuve por la mano (y por los pies) eso de caminar... no pude parar y empecé a correr. Descubrí el camino de baldosas amarillas y lo seguí; no encontré al mago, simplemente anduve en espiral junto al hombre de hojalata. Pero, aún así, todo empezaba a ser completamente mágico.
Al cumplir la mayoría de edad, vino la abuela sabia y me dijo que la magia y la fantasía son cosas que un día u otro deben finalizar. Por ello... debía elegir uno de los dos colores para mis pies. Pero ¿cómo?. Yo ya estaba habituada al púrpura y al lívido ¿por qué no continuar así?.
Me advirtió que pronto debería manifestar mi elección. Así que me escapé, eso sí, me llevé a Blesiviin conmigo. Ahora vivo cerca de aquí, en este mismo bosque.
Serás para mi el sauce risueño. No creas ser del modo que todos quieren que seas, sino quien sientes ser en tu interior.
Decidí venir y revelarte eso que siempre he callado.
Te conocí gracias a la mujer de mis sueños. Hablaba y hablaba de ti. Cuanto más me explicaba, más necesitaba saber. Creo que llegué a obsesionarme contigo. Creo que incluso toqué el hilo que marca la frontera hacia el delirio.
Comprendí que se debe mantener la calma.
Analicé la situación. Simplemente, consideré que necesitabas el aliciente que yo ya recibí.
Ahora mismo te veo aquí. Eres sublime. Perfecto. Tu nombre es dulce. Sin embargo... se empeñan en denominarte “llorón”. ¿Por qué? ¿Quién dice que siempre estés triste? ¿Quién hizo que te llamaran así? ¿Quién dice que un sauce no pueda guardar un secreto?
Espero que no te importe que me siente encima de ti, con mis botas rojas y mi falda de paño verde. Me colocaré aquí, sobre esta raíz que te sobresale. Aquí estoy bien. Las raíces son lo más profundo de las cosas... pero como puedes ver, de vez en cuando, se asoman y resurgen. Salen a la superficie para mostrar que el inicio de cualquier hecho no es algo ni tan lejano ni tan profundo.
Nací así. Uno púrpura; el otro lívido. Un pie de cada color. Al principio anduve asustada... muy asustada. Tenía miedo a andar. Tardé cuatro años y tres meses en aprender a hacerlo.
Una vez tuve por la mano (y por los pies) eso de caminar... no pude parar y empecé a correr. Descubrí el camino de baldosas amarillas y lo seguí; no encontré al mago, simplemente anduve en espiral junto al hombre de hojalata. Pero, aún así, todo empezaba a ser completamente mágico.
Al cumplir la mayoría de edad, vino la abuela sabia y me dijo que la magia y la fantasía son cosas que un día u otro deben finalizar. Por ello... debía elegir uno de los dos colores para mis pies. Pero ¿cómo?. Yo ya estaba habituada al púrpura y al lívido ¿por qué no continuar así?.
Me advirtió que pronto debería manifestar mi elección. Así que me escapé, eso sí, me llevé a Blesiviin conmigo. Ahora vivo cerca de aquí, en este mismo bosque.
Serás para mi el sauce risueño. No creas ser del modo que todos quieren que seas, sino quien sientes ser en tu interior.
Debo ir a comer, Blesiviin me espera. Volveré. Trataré de ir con mucho cuidado, por si descubren que ando escondida para evitar la elección... andaré con pies de plomo.